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En este hogar atendemos de lunes a viernes 60 niños y niñas entre 6 y 15 años de edad que viven con sus familias en el centro de la ciudad.
En este sector existen lugares acondicionados para residencias familiares, se llaman inquilinatos. Se trata de edificios antiguos y en mal estado subdivididos en su interior en habitaciones que miden entre 6 y 10 mts2. Familias conformadas por 5 ó más personas, duermen, cocinan, comen, juegan y guardan sus pertenencias en estas habitaciones. En la mayoría de los casos no hay una regulación legal para la convivencia interna, por tal motivo en estos lugares se desarrollan actividades como consumo y venta de sustancias psicoactivas, y explotación sexual, lo cual deriva en frecuentes situaciones de riñas, peleas y violencia.
Las familias llegan a estos inquilinatos huyendo de la violencia en barrios periféricos de la ciudad o municipios cercanos, o en algunos casos viven allí cuando pasan por dificultades económicas y no pueden pagar el alquiler de sus casas. En esos casos ellos encuentran en los inquilinatos una opción de refugio que puede pagarse diariamente con el dinero que recogen en sus actividades informales.
Estos inquilinatos tienen bajos niveles de iluminación, ventilación y condiciones sanitarias. Todos los habitantes comparten baños y lavaderos y no existe un espacio donde las personas puedan preparar sus alimentos bajo unas mínimas condiciones de higiene.
En este programa atendemos de lunes a viernes un total de 70 niños y niñas entre 6 y 15 años de edad.
En el sector donde está ubicado el programa las viviendas son bastante precarias, las casas son improvisadas, inestables e insalubres. Además, el espacio familiar es bastante reducido y generalmente no cuentan con los servicios básicos (acueducto, energía y alcantarillado).
El asentamiento comenzó a poblarse en el año 1984, por diversas razones: violencia en la ciudad, desempleo y pobreza, no obstante, con el recrudecimiento del conflicto armado en el país en el año de 1990, el número de personas que llegaron por causa de la violencia en el campo aumentó notoriamente. Actualmente, en la invasión “Brisas del Jardín” residen aproximadamente 700 familias de las cuales el 40% han sido víctimas del desplazamiento. Las demás familias son habitantes de la ciudad sin techo que se unieron a las anteriores en el momento de la invasión o que estaban en busca de un lote para construir sus viviendas.
En esta zona se carece de servicios de salud, educación, bienestar social y recreación, generando problemáticas de violencia y conflictos internos en la comunidad.
Los habitantes se dedican a la economía informal, se desempeñan en labores como oficios varios, reciclaje, ayudantes de construcción y mendicidad, lo que indica que consiguen el dinero escasamente para su sobrevivencia, y sus actividades diarias no se consideran como un empleo digno.
